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El circuito de velocidad de Montserrat. Su historia.

El circuito de velocidad de Montserrat. Su historia.

Montserrat tuvo durante muchos años un circuito en el que se celebraban esporádicamente pruebas deportivas a motor, como rallyes de automovilismo o de motocicletas, y muchas veces también carreras de bicicletas. Estas pruebas tuvieron mayor repercusión en las décadas de 1950, 1960 y principios de 1970. Recordaremos todavía las revueltas que había con sus peraltes pronunciados, una en la entrada de la población, otra en el camino de Cortixelles y la otra en Venta Cabrera. El circuito iba por lo que es ahora la avenida de la Ribera Alta y avenida de Carles Salvador (en algún tiempo denominadas La Pista), salía a la carretera de Turís hacia Venta Cabrera y volvía al pueblo, esa era la vuelta completa de 10.300 metros. Disponía de seis curvas, tres de ellas como hemos dicho, peraltadas.

¿Pero cuáles fueron los motivos de este circuito de velocidad y sus antecedentes? Habrá que remontarnos al año 1929 nada menos, mucho tiempo antes de la existencia de esta ruta de asfalto. Entonces había en Valencia un club de motociclismo denominado Moto Club Valenciano. Desde ese club se trató de implantar una prueba deportiva del motor que tuviera renombre y expectación. Se estudiaron distintas rutas y localidades cercanas a la ciudad de Valencia. El Ayuntamiento de Montserrat ya su frente el alcalde Asencio Campos, el Flare, dieron su apoyo y facilidades en todo momento para que esta prueba deportiva no se escapara de su municipio. Era una época en la que había pocos vehículos a motor: tener una motocicleta o más aún un coche no estaba al alcance de cualquier persona, y mucho menos de la gente corriente. Por ejemplo, en Montserrat sólo había un automóvil registrado, un Ford de cinco asientos, propiedad de Ramón Vilar Navarro, Baraja, y el transporte público en Valencia, en esa década de 1920, se hacía con la galera del tío Motilla, de atracción animal, porque no había todavía autobús de línea.

No era raro que la corporación local, del único partido político autorizado, La Unión Patriótica, apostase por este evento lúdico y deportivo, cuando en esa década ya se habían hecho diversas atracciones, principalmente en fiestas, como carreras a pie (recordemos aquella en la que participaron Minto y Melón, la cual ya se narró en un Portillo anterior), globos aerostáticos, conciertos, partidas de galotxa, cordaes, bueyes, y el cine que funcionaba en el pueblo desde 1927. Esta prueba era un aliciente más de entretenimiento para un público local que no disponía de la movilidad, el tiempo y el ocio de hoy en día. Significaba también una venida de gente que se desplazaría al pueblo una mañana concreta con el propósito de ver la carrera. Pero sobre todo, suponía algo de publicidad para el municipio y su administración, y así se expresaba en la prensa: “Cómo se normaliza una Hacienda municipal. Lo que se consigue como una buena administración”. La noticia, tras realizar una explicación detallada sobre la actualidad local y su administración, acababa de la siguiente manera:

“Esta es la obra que los honrados vecinos de Monserrat deben al Régimen de salvación nacional que representa la patriótica gobernación del General Primo de Rivera, y conscientes de ello, funciona en Monserrat una numerosa agrupación de afiliados a U.P. dirigida por un activo comité, formado por el Jefe local don Antonio Campos, y los vocales señoras don Vicente Almerich Cerveró, don Aniceto Campos Zanón y don José Campos Cerveró, quienes con el culto secretario Gerardo Navarro Campos, encauzan tan patriótico ideario”.

No todos los socios del club organizador estuvieron en un principio de acuerdo en la elección de Montserrat como localidad anfitriona, y más después de tener que suspender la prueba debido a unas lluvias que se habían producido en el término aquel invierno de 1929 y que habían dejado el terreno en mal estado. Se pospuso la prueba hasta el domingo 19 de enero de 1930. Ese día tuvo lugar la celebración del Primer Circuito Venta Cabrera-Montserrat, sin incidentes y en medio del mayor entusiasmo por parte de corredores y espectadores, organizado por el Moto Club Valenciano y patrocinado por El Noticiero, un periódico que se publicaba los lunes para la provincia de Valencia. El punto de salida y llegada de la carrera se encontraba en la Venta Cabrera, frente a la casa misma. La vuelta al circuito consistía en 12 kilómetros, y la primera salida se dio a las 10:35 de la mañana.

“Sin incurrir en los linderos de la profecía, cabe decir que el público actual, harto de espectáculos deportivos, exclusivamente mercantiles, cuales son boxeo, fútbol y algunos más, se aparta de éstos cuando desea emociones fuertes y acude a presenciar las carreras de motocicletas y automóviles, y mayormente si éstas las interpretan corredoras completamente amateurs, como ha ocurrido en la presente ocasión (…) Nada les impresionó a los asistentes a Venta Cabrera la distancia que separa nuestra ciudad de tal lugar, y así cuando a las ocho de la mañana nos trasladábamos hacia el sitio de la Prueba, devorando kilómetros en el espléndido Marmon que figuraba como coche piloto, conducido con la pericia y dominio del excelente mecánico Silvestre, admirábamos las caravanas de ciclistas, de motos y coches (…) Y como nota, quizá la más simpática, fue observar la voluntad y tesón de nuestros huertanos que, sin vehículo, y valiéndose tan sólo de sus extremidades inferiores, con ese marchar tan característico, presenciaban el acontecimiento que por primera vez se las brindaba, y la clásica blusa valenciana se confundía con las indumentarias deportivas, sin desmerecer para nada de estas”.

En la categoría de 250 cc., computaron 12 vueltas, en total 144 kilómetros recorridos. El ganador fue Jaime Alabau, con una motocicleta “Ariel”. Empleó un tiempo de 2 horas, 7 minutos y 20 segundos, obteniendo una media de velocidad de 68’14 Km/h.

En la categoría de 350 cc, dieron las motos 13 vueltas al circuito, 156 kilómetros en total. El ganador, Antonio M. Carmona, con una “Calthorpe”. Un tiempo de 1 hora, 54 minutos y 40 segundos. Velocidad media de 82´12 km/h.

En la categoría de 500 cc., serían 15 vueltas al circuito, 180 kilómetros en total. Ganador, Ramón Irazusta, con una moto «Scott». Un tiempo de 2 horas, 10 minutos y 52 segundos. Media de velocidad de 83’100 km/h.

A las 3.30 de la tarde, empezó la prueba de automóviles. Abrió el circuito Vicente Marín, con un camión volquete “Federal”, invirtiendo en el recorrido 9 minutos y 14 segundos. Seguidamente otros vehículos, como Juan Sansano, con un Amilcar, haciendo un tiempo de 9 minutos y 15 segundos. A continuación Ricardo Climent, con un Burgatti de 2.000 c.c., 8 minutos y 13 segundos, velocidad media de 87’22 km/h. Y por último, la categoría de 3.000 a 4.000 c.c., que se narró de la siguiente manera:

“Y llegó el tan ansiado momento en que el “Héroe del Circuito” como se le denomina ya al popular Mazarredo se aprestaba a correr. La ovación que se le tributó cuando montó el Chrysler y empuñó el volante fue de las épicas, partiendo raudo y veloz, y devolvió vencedor absoluto, a los 7 minutos, 17 segundos, 4 quintos. El embale final revista caracteres

apoteósicos y se le sacó del coche por sus admiradores siendo aclamado y felicitado. A continuación, y en plan de emulación, salió Luís Moroder, también con un Chrysler, haciendo una salida muy vistosa, y en un triste estuvo que este valiente no arrebatase la victoria a Mazarredo, puesto que obtuvo un tiempo de unos segundos de diferencia, o sea, 7 minutos, 22 segundos, 4 quintos. 98’80 kilómetros a la hora. Seguidamente y también con un Chrysler corrió Ramón Irazusta, alcanzó la marca de 7 minutos, 35 segundos. Hizo también el recorrido Luis Aguado, sobre “Graham-Paige”, por encima de 8 minutos. La entrada final que hizo este piloto causó la admiración. Por lo que se refiere a este coche, se incluyó en esta categoría por desconocer su cilindrada. No obstante, el corredor prometió presentar la documentación necesaria al Jurado para su aclaración (…)”

En la entrada del pueblo, el Ayuntamiento instaló un cadalso para que se sentara el público y la banda de música, que amenizó los momentos de espera entre vuelta y vuelta con varias obras y pasodobles. Había servicio de Cruz Roja al frente del doctor Fenollosa, y la Guardia Civil también estuvo presente en compañía de voluntarios de las peñas Elegancia, Ciclista Escursionista, y Velo-Club, para controlar el circuito. La prueba fue todo un éxito de organización y expectación:

“Se cruzaron apuestas amistosas por sus favoritos, y luego en constante desasosiego, calculaban tiempos, barajando minutos y segundos con una facilidad que nadie les hubiera considerado profanos en la materia, y es que llegar a despertar el interés y entusiasmo a un público sólo está reservado a los grandes eventos, y como esta Carrera tuvo todas las modalidades dichas, creemos, sin incurrir en inmodestia, que ha sido lo mejor que se lleva realizando en nuestra región desde que empezaron y se intentaron los recorridos en motocicletas y automóviles”.

Después de 1930, se realizaron más competiciones, y en febrero de 1947 se celebró en este mismo circuito una carrera social de motociclismo, muy concurrida de participantes, para pedir a Obras Públicas que se asfaltara el recorrido y se apretaran las curvas. En la hemeroteca, y en concreto en la prensa valenciana, hay noticias del todo interesantes sobre distintas carreras que se han hecho a lo largo de los años en Montserrat, como hemos dicho, no sólo del mundo del motor sino también del ciclismo, y si hablamos con los vecinos seguro que encontraremos a muchos que han sido espectadores y testigos de alguna de ellas. Pero, por su importancia, porque fue el inicio y la clave de todo, la de 1930 es la que ha merecido un espacio aquí.

Marcos Campos Añón

Cronista Oficial

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