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La cencerrada

La cencerrada

Hasta bien entrada la década de los años 1950 todavía se hacía en algunos pueblos de la Ribera, algo que antes era muy común en todas las localidades grandes y pequeñas, nos referimos al esquellao o cencerrada. Tenía lugar en las bodas de los viudos y viudas, una broma de buen género unas veces y otras demasiado pesada, atrevida e incluso indecente. Consistía en acompañar a los que se casaban en segundas nupcias, echando mano a cencerros, viejas sartenes, panderos, calderos, haciendo sonar los utensilios por la calle y armando un buen revuelo. Como regularmente estas bodas tenían lugar de buena mañana, había hombres y mujeres que apenas dormían en toda la noche, sólo para tomar parte en la broma, la que solía acabarse invitando el novio a los participantes a pastas, altramuces, cacahuetes y un trago de cazalla. No era cosa de niños los que participaban, sino de mayorcitos.

Sin embargo, no se trataba de un hecho de ocio y diversión que estuviera bien visto por las autoridades, todo lo contrario, parecía de muy mal gusto y prohibitivo. Así en las ordenanzas municipales de Montserrat del año 1880 se estableció en el artículo 27 lo siguiente: “ Queda terminantemente prohibido dar cencerradas a los viudos o viudas que contraen nuevo enlace, ya sea de día o de noche …”

También, como muy adecuadamente apunta Gerard Juanes i Peris en su libro “Cancionero Tradicional de Alfarb”, en las ordenanzas del marquesado de Llombai recogidas en 1730 se prohibía: “cremar albardas, hacer enramadas, ni cruces por las puertas, ni hacer cencerradas, en pena de un mes de cárcel y de diez libras”. Nos cuenta Gerard Juanes en este libro que, su bisabuela Salvoreta la Flarota, al casarse en segundas con el tío Reino fue sonada su cencerrada, porque antes de casarse, la bisabuela puso como condición pasar por el notario y que el futuro marido se lo dejara todo a ella. En varias ocasiones, la bisabuela decía que como a ella se la hicieron, iba a todas para devolver el jornal.

Al terminar la cencerrada ya tenía la gente del pueblo tema de conversación por unos días en las tiendas, lavaderos y tabernas.

El esquellao o cencerrada

es broma de gente de humor,

que obsequia a los viudos que se casan

a sonido de platos y tambor.

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