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MINTO CONTRA MELÓ

MINTO CONTRA MELÓ

Francisco Campos Espert, el tío Minto, nacido en 1908, murió a los 98 años de edad. Era vecino mío. Muchas veces en verano, en la calle empinada de mi casa, me lo encontraba sentado en una silla de playa, tomando tranquilamente el fresco, y se saludábamos, y yo, en mi pensamiento siempre albergaba el mismo comentario: “este hombre nunca se hace viejo”. Le veía siempre igual de bien, con una salud de hierro. De joven, este hombre, bracero de profesión, tuvo una temporada, bastantes años, que iba a trabajar más arriba de Dosaigües, haciendo a pie más de veinte kilómetros de ida, todos los días de mañana, y después del duro jornal , al atardecer, volver a casa por el mismo o distinto itinerario, siempre a pie, aprisa o corriendo, tomando como avituallamiento los frutos que, cruzando caminos, la generosa naturaleza y el campo le ofrecían. Podemos decir que no se trataba de un atleta por afición en el deporte, más bien por obligación cotidiana.

MINTO CONTRA MELÓ

José Morant, el Meló, no era mucho más mayor que el tío Minto. De la provincia de Alicante él. Durante la década de los años veinte se hizo famoso por los pueblos de Valencia, porque retaba a los locales a los que corrieron con él, normalmente coincidiendo con las ferias y fiestas de cada localidad, así ganaba unos dineritos para los siempre necesitados bolsillos propios, además además de crear la oportuna admiración entre los honorables vecinos, mermando las correspondientes apuestas económicas. Muchas fueron las correrías que el Morant protagonizó en aquellos años, como por ejemplo, los 200 kilómetros en 30 horas, en la carrera Alcoi-Valencia-Alcoi: “La prueba tuvo lugar el 12 de febrero. A una media de 7 kilometros a la hora y con una climatología muy adversa en el Puerto de Albaida y en el camino entre Catarroja y Valencia, este corredor de larga distancia acompañado por un coche de la organización y su masajista el señor Brotons llegó a Valencia desde Alcoy en 15 horas de carrera continua.

A la llegada se le unieron atletas como Lora y Archelos. El alcalde de Valencia, el marqués de Sotelo, lo recibió en el Ayuntamiento y le dio la bienvenida en número del Pueblo de Valencia. Morant se alojó en el hotel Ripalda donde descansó unas horas antes de reanudar el viaje de vuelta. A su paso por los calles de la capital resonaron palabras de aliento: ¡Viva Valencia! ¡Viva Alcoy! La vuelta a España, la París-Valencia, y otras carreras diversas de 100 kilómetros, se sumaron al palmarés del Meló (Información extraída del libro de Recaredo Agulló).

En mi investigación y recopilación de datos no ha quedado del todo claro si ocurrió en 1930, últimos momentos de la monarquía alfonsina, o en 1931, empezando la Segunda República… el caso es que se organizó en Montserrat prueba a pie entre el Meló y los que quisieron correr del pueblo; a ver si hay algún valiente, decía la propuesta. Las travesías empezaron a florecer muy pronto. Entre los jóvenes de Montserrat, todos repararon a Minto, él era el más apropiado, no había duda. Pero, también, algún otro joven se unió al evento deportivo con ilusión, cuando mayor participación… mejor. La carrera dicen que fue bastante reñida. Dicen que el tío Minto ganó con todas las de la ley, de eso no tenemos constancia cierta, pero yo sí que lo creo. Meló, precisamente, por aquel entonces, concretamente en junio de 1931, había honrado la memoria de Blasco Ibáñez corriendo desde Valencia hasta Menton, ciudad de la Costa Azul francesa, para depositar unas flores y una bandera republicana sobre la lápida del escritor valenciano, así dedicó la prensa algunos artículos en este hito particular.

En Montserrat tenemos un dicho propio, único en este pueblo, no se gasta en ningún otro sitio, porque es de aquí, de Montserrat, yo mismo lo utilizo muy a menudo, cuando me refiere a algo con el modo de asombro o admiración: ¡A minto! Esta expresión la debemos al tío Minto y al padre del tío Alfredo el Ventero. En otra ocasión os contaré más detenidamente esta historia tan interesante de ¡A MINTO!

Marcos Campos Añón

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